La Comunidad de Madrid ha aprobado una normativa que limita el uso de dispositivos digitales en los centros educativos sostenidos con fondos públicos. La medida nace de una preocupación legítima: el exceso de pantallas en la infancia y la adolescencia, sus riesgos para la salud, la atención y el rendimiento escolar.
La preocupación es comprensible. Numerosos estudios médicos y pedagógicos alertan de que el abuso digital puede afectar al desarrollo, al sueño, a la concentración e incluso al bienestar emocional de los niños. Pero la gran pregunta es: ¿es suficiente con prohibir para conseguir un uso responsable de la tecnología?
El Decreto 64/2025 restringe el uso de ordenadores, tabletas y otros dispositivos en Infantil, Primaria y ESO. Se priorizan los libros en papel, la escritura manual, la memorización y las actividades prácticas.
Nada de esto es cuestionable en sí mismo, pero sí cabe preguntarse: ¿no debería ser precisamente la escuela el espacio privilegiado para enseñar a los alumnos cómo usar la tecnología de forma segura, crítica y responsable?
Si apartamos la tecnología de las aulas, ¿dónde aprenderán nuestros hijos a convivir con ella de manera equilibrada? ¿En casa, sin acompañamiento pedagógico? ¿En las redes sociales, a través de la imitación de modelos poco fiables?
Restringir la tecnología en el aula puede tener efectos indeseados:
Competencias digitales básicas: sin práctica en la escuela, los alumnos pierden la oportunidad de desarrollar una competencia imprescindible para su futuro personal y profesional.
Aplicaciones educativas como refuerzo: la prohibición también alcanza a recursos digitales diseñados como complemento del aprendizaje. ¿A quién beneficia dejar de lado estas herramientas que motivan, refuerzan y personalizan la enseñanza?
Desconexión con la realidad juvenil: nuestros hijos e hijas son nativos digitales. Una escuela completamente desconectada de su cultura digital corre el riesgo de volverse irrelevante.
La normativa afecta solo a centros financiados con fondos públicos. Pero los colegios privados y algunos concertados podrán seguir utilizando la tecnología en el aula. Eso significa que los alumnos de la educación pública tendrán menos oportunidades de adquirir competencias digitales, mientras que los de familias con más recursos seguirán accediendo a ellas.
¿No es esto una manera de ampliar la brecha digital y social? Quienes más dependen de la escuela para tener igualdad de oportunidades serán precisamente los más perjudicados.
Otro aspecto esencial: la prohibición en la escuela no basta si en casa y en el entorno comunitario no hay acompañamiento. La mayor parte del tiempo de pantalla ocurre fuera del horario lectivo. Si en el ámbito familiar no existen normas claras, si los adultos no somos modelo de un uso equilibrado, cualquier limitación escolar pierde eficacia.
La clave no es elegir entre prohibir o permitir, sino educar en el buen uso con límites claros, dentro de una responsabilidad compartida que implica a la escuela, a las familias y al conjunto de la ciudadanía. Todos debemos estar implicados, concienciados y también formados en el uso adecuado de las tecnologías.
Algunas claves prácticas:
Dar ejemplo: revisar nuestro propio uso de pantallas.
Poner límites consensuados: mejor si son claros y se acuerdan antes de usar el dispositivo.
Supervisar sin invadir: utilizar controles parentales como apoyo, no como censura.
Fomentar la desconexión: reservar momentos de “cero pantallas” compartidos en familia.
Educar en pensamiento crítico: enseñar a distinguir entre ocio, estudio, información fiable y bulos.
La limitación de dispositivos en los centros educativos puede servir como freno inicial frente a los riesgos del abuso digital. Pero si no se acompaña de un esfuerzo educativo conjunto en la escuela, la familia y la comunidad, la medida se quedará corta e incluso puede ser injusta.
La pregunta que debemos hacernos es clara: ¿queremos una escuela que enseñe a renunciar a la tecnología, o una escuela que garantice que todos los niños y niñas, sin importar su contexto, aprendan a convivir con ella de manera consciente, crítica y equilibrada?